Pasión por la radio
Isela conducción
Buenos Aires, 24 de octubre de 2014 - La señora Isela Costantini, que representa a esa multinacional en Argentina, se tendría que hacer un poco cargo de los seriales y gravísimos errores de construcción de General Motors. General Motors ha sido, históricamente, una empresa arrasada por importantes tembladerales financieros; además, el auto Chevrolet de General Motors, sigue siendo permanentemente retirado de las agencias porque se descubren prácticamente todos los años errores de construcción que ponen en riesgo la seguridad de los conductores. Sin embargo, Isela Costantini ha aprendido rápidamente, con la velocidad de una alumna que sabe dónde están sus intereses, cómo funciona la Argentina. Y la Argentina no es Estados Unidos: Isela Costantini ha comprendido que no hay que enojarse con los dueños de la pelota. Pero, además, ha comprendido que los dueños de la pelota se enojan ante la más mínima referencia o alusión a una postura determinadamente crítica.
Por eso, impresiona que en lugar de enaltecer la cultura de la discrepancia, la civilización del debate abierto, el derecho a las propias opiniones, la principal oficial ejecutiva de General Motors en Cono Sur, Isela Costantini, haya sido lo suficientemente apretada por la Casa Rosada para desentenderse de las cosas que se dijeron en el coloquio número 50 de IDEA. Es cierto que las palabras del doctor Daniel Fernando Sabsay fueron fuertes, cuando reclamó que la presidente exhiba su título de abogada, cosa que, en verdad, nunca ha hecho. Sin embargo, esto fue lo mínimo que necesitaba escuchar Isela Costantini para recibir las órdenes que ha ejecutado obedientemente.
Las empresas no tienen ideas, tienen intereses. Pero una empresa tan sometida a errores groseros en el control de la seguridad y que, año tras año, tiene que proclamar ante la opinión pública, que son convocados millares de vehículos porque se han descubierto, precisamente, esas fallas de seguridad, debería ser un poco más modesta, circunspecta y prudente. Sin embargo, como dice la frase: “La necesidad tiene cara de hereje”. Traducido a las condiciones de la Argentina, las empresas ensambladoras de autos –que eso son, ensambladoras– están tan absolutamente sometidas a la presión del Poder Ejecutivo Nacional y a las imposiciones del comercio con Brasil, que se les ha acabado hasta el más mínimo margen para decir algo que exprese libertad.
Muy de vez en cuando, con su tono gracioso y hasta simpático, Cristiano Ratazzi, el hombre de FIAT, se anima a decir que en la Argentina hay inflación, que hay síntomas de recesión, que tenemos déficit fiscal importante, pero lo hace tal vez con una cintura que otros no han tenido, pero desde la soledad. No le pidan a General Motors, la empresa que todos los años tiene que reclamar del mercado la devolución de autos con problemas de seguridad que sean muy exigentes con el gobierno argentino, porque ellos son advertidos que cualquier enojo o fastidio que padezca la señora Presidente, repercute de manera directa, como una venganza cruel, sobre los planes, expectativas y necesidades de las empresas. Unas empresas que han sido una y otra vez zamarreadas por un gobierno que parece que ha comprendido perfectamente bien que, al menos en relación con las multinacionales, la letra con sangre entra.
Otra de las acusaciones de la señora Isela Costantini, la principal oficial ejecutiva de General Motors en la Argentina, es: “No creo para nada que el diálogo se haya roto (se refiere a los empresarios y al Gobierno). No puedo hablar por IDEA, porque IDEA es (sic) Miguel Blanco”. Esto es una mentira. Y es una mentira impresentable. IDEA está presidida desde este año por Miguel Blanco, un conocido empresario argentino. Pero, año tras año, las autoridades van cambiando, no hay sucesión eterna al estilo Corea del Norte, en IDEA. Quien les habla, que ha conocido el primer coloquio de IDEA hace ya 14 años, siempre en Mar del Plata, tiene recuerdos de algunos de sus principales titulares, y es absurdo que una ejecutiva que debería tener más de respeto por la sociedad argentina, y menos altanería de empresario multinacional, diga que IDEA es Miguel Blanco. Es como si yo le dijese a Isela Costantini que los Estados Unidos es Barack Obama. No, señora Costantini. Barack Obama es el presidente por dos años más, y luego se va a su casa. Y vendrá otro, como antes estuvieron los Bush padre e hijo, y Bill Clinton. IDEA no es los Estados Unidos, es una entidad privada, con permanente y perfecta rotación de sus autoridades.
Por eso, la acusación de Costantini revela miedo, terror, pánico. Ese miedo, ese terror y ese pánico, doloroso para estos delegados del poder multinacional, que deben presentarle números positivos a sus casas matrices. No importa si se está a favor de la presidente de la Argentina. Casa matriz quiere números. Y si esos números son perjudicados por un cierto margen de autonomía de parte de la responsable del área, en este caso Isela Costantini, bueno, es necesario, en consecuencia, cambiar de actitud, para convertirse en esto que hace ya tantos años fue denunciado en la Argentina: participantes del capitalismo de amigos. Un capitalismo que se basa no en la eficacia, racionalidad y transparencia de la operatoria de los negocios, sino que, por el contrario, implica sometimiento, obediencia y docilidad respecto del poder político. Ella podría hacer excelentes negocios con Vladimir Putin, como con el hombre fuerte de Irán, o como con el hombre fuerte de China. Ése no es problema para ellos.
Por eso, el aporte de Isela Costantini es lamentable para General Motors, una empresa que sigue sin explicar muchas cosas que nunca ha explicado, y revela esta preocupación obsesiva, persecutoria del Gobierno por cerrar hasta las compuertas más pequeñas de discrepancia en las ideas. Porque esta ejecutiva multinacional no hizo acusaciones penales. No la llamó “ladrona” a la Presidente, ni mucho menos. Sencillamente se sintió molesta porque en el mismo coloquio de IDEA, hubo puntos de vista que ella no podría esposar como delegada de una multinacional.
Pero se debería haber callado la boca la número uno de General Motors. ¿O se siente más cómoda si, luego de la Argentina, la nombran como delegada de esa empresa en alguno de los regímenes autoritarios? ¿Qué tal General Motors abriendo negocios en Pyongyang, Corea del Norte, teniendo como su primera oficial ejecutiva a Isela Costantini? Quizás le gustaría.
© Pepe Eliaschev
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