Pasión por la radio

Desde el prehistórico antecedente de 1967 (mi primer programa propio), cuando salía de la adolescencia, casi nunca dejé de hacer radio. Columnas, entrevistas, editoriales, audio puro, momentos rescatados y preservados de lo que es, para mí al menos, el más íntimo, confiable y directo de los medios de comunicación, el que involucra a los seres humanos ante un micrófono.
Jueves 10 de abril de 2014Pasión por la Radio

Conclusiones de un éxito

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Buenos Aires, 10 de abril de 2014 – El paro nacional de 24 horas ha sido un éxito, desde el punto de vista que habían imaginado sus organizadores. Patrocinado por una combinación de sindicatos encabezados por Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, el paro tuvo éxito. Que el Gobierno lo denomine “extorsivo” habla del oportunismo sin límites de quienes usan los mismos argumentos y la misma retórica que anteriormente condenaban, considerándola entonces retrógrada y reaccionaria.

Desde la maquinaria de propaganda del Gobierno se habla de una “ciudad sitiada”. Convengamos que no es la primera vez que hay piquetes para impedir el acceso a la Ciudad de quienes desean entrar a ella porque viven en el Gran Buenos Aires. Pero que la retórica del Gobierno aluda a esta medida de hoy como “un gran piquete nacional” es, por lo menos, disparatada desde el lenguaje llamado “nacional y popular”. Si cualquier otro Gobierno, pongamos por caso el de la Alianza, del que formó parte la abrumadora mayoría de los kirchneristas, caracterizara de “piquete” a una huelga, lloverían improperios y descalificaciones: “gorila”, “retardatario”, “reaccionario”,“oligárquico”, “pro-imperialistas”, entre otras bellezas.

Otro disparate del lado oficial es sostener que esta huelga ha sido organizada por “señores feudales” que han sitiado la capital de la República. Ni que hablar de otro argumento que a estas horas ha disparado el oficialismo, calificando a este paro de “político”. ¡Claro que es político! ¿Se está dando cuenta ahora el peronismo kirchnerista que los sindicatos en la Argentina tienen un rol, una definición y una configuración políticas? ¿Ahora han comprendido algo que es una realidad desde hace décadas? El moderno sindicalismo argentino fue reformateado, organizado e ideologizado por la doctrina peronista, es un sindicalismo partidario. ¿Cuál es la novedad? ¿Ahora se dan cuenta? Cuando hacían actos conjuntos con Hugo Moyano, ¿el sindicalismo no era “político”?

Lo cierto es que el país paró porque está parado. Hay, efectivamente -y estas son palabras de Ernesto Sanz- realidades que no pueden ser negadas. Que un Gobierno que se define como nacional y popular deba afrontar un paro de tanto seguimiento y de tanto acatamiento habla muchísimo de los cambios profundos que se están operando en la sociedad argentina. Este es el mismo Gobierno que durante años fatigó a la sociedad sosteniendo que jamás “criminalizaría la protesta”, porque la protesta era sacrosanta. Es evidente que, en esencia, no ha habido represión y que la huelga se ha desarrollado, excepto algunos incidentes marginales de grupos radicalizados, en total paz. Pero si el Gobierno decía, como dijo durante años, que este era un ciclo nacional y popular en el que la protesta era sacrosanta, ¿por qué las acusaciones de “paro político”, de “gran piquete nacional”, de “paro extorsivo” y de “ciudad sitiada”? ¿Acaso no estaba sitiada la frontera argentina con Uruguay cuando el Gobierno patrocinó explícitamente un corte, que duró cuatro años, de la frontera internacional entre Gualeguaychú y Fray Bentos? En esa ocasión y durante aquellos años, este mismo gobierno -entonces encabezado por Néstor Kirchner- denominó al piquete del río Uruguay “gran causa nacional”. ¿Cuándo un piquete es una causa nacional y cuándo es extorsivo y atentatorio contra la paz y la estabilidad?

Uno de los datos que surgen de toda la preparación de este conflicto es el papel patético, verdaderamente obsceno, jugado por los sindicatos que militan en el ámbito del Gobierno, específicamente, la Unión Obrera Metalúrgica, con Antonio Caló a la cabeza. Uno puede admitir que los metalúrgicos tengan una mirada diferenciada de otros gremios. Pero lo cierto del caso es que le guste o no le guste, lo comprenda o no lo comprenda, lo acepte o no lo acepte Antonio Caló, se ha convertido en un recluta de un Gobierno que lo usa como lo ha usado, como por ejemplo, con las solicitadas de los últimos días, anunciando los sindicatos que no iban al paro, como si fuera misión de un gobierno nacional gastar dinero en anuncios publicitarios, informando qué sindicatos no van a parar el día de la huelga.

 

Hay algo que existe previo al paro, que existe esta noche y que no va a desaparecer mañana: la Argentina carece de diálogo político-institucional. No hay conversación, discusión, ni amplio debate, no solo con la CGT y los sectores sindicales opositores a la política del Gobierno, sino tampoco con el campo: la Mesa de Enlace sigue siendo rigurosamente boicoteada por el aparato político estatal. El Gobierno sólo admite un lenguaje: o compra o somete. No negocia en condiciones de igualdad con nadie.

Venezuela ha sido hace ya varios meses el escenario de una situación trágica que ya ha significado más de 40 muertes, la consolidación de un gobierno autoritario que definió a los sectores opositores, que son por lo menos la mitad de Venezuela, como “enemigos de la patria”. La situación de degradación y de crisis de Venezuela obligó al régimen de Nicolás Maduro a aceptar un diálogo público, transmitido esta noche en directo por televisión, con la presencia del Vaticano. ¿Qué tiene que pasar en la Argentina para que el Gobierno convoque y dialogue? ¿Qué tiene que suceder entre nosotros para que se bajen del pedestal de la supremacía y la omnipotencia, y adviertan que un porcentaje mayoritario de argentinos está disconforme con la realidad cotidiana, está aterrorizado por los episodios de criminalidad, llamados eufemísticamente de “inseguridad”, está preocupado por la inflación y por una serie de problemas sociales que no solamente no se resuelven, sino que se van agravando?

Un país que ha tenido, como hoy, un paro nacional de estas dimensiones no puede ser descripto como una nación conducida por un “modelo inclusivo, nacional y popular”. Tiene  que aparecer, en el kirchnerismo o en sus cabezas más lúcidas -las que queden-, algún atisbo de perspicacia para entender que no se trata de una medida instrumentada por un todopoderoso mandamás que ordenó parar a la gente.

La pretensión ridícula, primitiva y elemental de la maquinaria de propaganda oficial de que este es un paro ordenado por Héctor Magnetto, es francamente patética. Evidentemente, para que un paro tenga este tipo de seguimiento tienen que estar dadas las condiciones objetivas que la Argentina ya se han dado.

Los métodos que se han utilizado a mí no me agradan: lo digo ahora, lo dije ayer y lo diré mañana. Los mismos dirigentes que han impulsado los piquetes. no pueden pretender que en una sociedad que se presume verdaderamente democrática, la decisión de no trabajar puede ser impuesta por la violencia o por hechos consumados a la fuerza. Pero el responsable principal es un gobierno que ha resuelto no conversar con nadie y no ceder nada en ningún punto, suponiendo que aquel mítico 54% de 2011 va a ser de por vida. Y no es de por vida. Los métodos que se han utilizado en tal sentido, aun cuando sean grupos minoritarios, no son democráticos. Pero el Gobierno tampoco opera de manera democrática.

El país tiene que admitir, y sobre todo tiene que admitirlo el grupo gobernante, cada vez más aislado y ensimismado, que es necesario sentarse a dialogar, aquí y en cualquier parte del mundo. Para el Gobierno argentino, el verbo “dialogar” sólo se asocia con la idea de imponer su propio punto de vista.

Hoy la Argentina ha hablado y ha sido elocuente. Los métodos violentos no son buenos y deben ser repudiados. Pero la situación es muy preocupante, y uno quisiera creer que alguien pensará que es necesario salir de esta situación con una auténtica evolución democrática hacia adelante, no imaginando que, al descalificar a los autores del paro, se soluciona el problema. 

 

© Pepe Eliaschev     

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