Pasión por la radio

Desde el prehistórico antecedente de 1967 (mi primer programa propio), cuando salía de la adolescencia, casi nunca dejé de hacer radio. Columnas, entrevistas, editoriales, audio puro, momentos rescatados y preservados de lo que es, para mí al menos, el más íntimo, confiable y directo de los medios de comunicación, el que involucra a los seres humanos ante un micrófono.
Viernes 25 de julio de 2014Pasión por la Radio

¿Seremos capaces?

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Buenos Aires, 25 de julio de 2014 – Es inútil, gratuito y estéril seguir afirmando que los argentinos necesitamos explícitos consensos nacionales para llevar adelante grandes políticas de Estado, cuando en verdad la vida cotidiana nos enseña que nuestra sociedad está fragmentada por arriba y por debajo del oficialismo, a uno y otro costado. Ésta no es una afirmación ideológica, ni enfatiza una mirada caprichosa de quien habla. Es sencillamente la lectura de la realidad. ¿Cómo vamos en la Argentina a encarar “políticas de Estado” cuando nuestra vida cotidiana es un galimatías en el que todo vale para todo el mundo?

Hace muchos años que estoy convencido de que para comprender el funcionamiento de un organismo vivo como es una sociedad, hay que ir de lo más pequeño a lo más grande. Olvidémonos por un instante del Congreso Nacional, la Justicia, los partidos políticos, el Poder Ejecutivo, los presupuestos que se gastan, nuestras polémicas financieras internacionales. Sencillamente, pido abrir los ojos a lo que nos enseña la vida cotidiana.

He pensado que para esta ocasión nada más aleccionador que detenerse en nuestra relación con los residuos: los argentinos y la basura, el impacto de la basura en la vida cotidiana de nuestra sociedad. Cualquiera puede ver, no necesita más que un mero chequeo visual, cómo tratan los políticos del Gobierno y de la oposición, a la vía pública. Una recorrida por calles y avenidas de Buenos Aires  revela que el 95% de los contenedores de basura instalados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires suelen estar permanentemente tapados por propaganda política ilegal y antirreglamentaria.

Esta mañana, sin ir más lejos, en una trayectoria de unas 50 cuadras observé, a mera vista, que los contenedores de residuos colocados en las calles de Buenos Aires para que los vecinos coloquemos ahí, precisamente la basura, estaban pegoteadas por gigantescos cartelones políticos. Entre los que vi: Patria Grande/Marea Popular, Jorge Taiana por un acto proselitista en la Universidad de Lanús; la diputada Vicky Donda, un usuario permanente es el dirigente gremial Leonardo Fabre, que como líder del sindicato APOPS y como parte de su propio posicionamiento, pegotea sin cesar a los contenedores. Hubo carteles no políticos de organizaciones que deberían ser muy cuidadosas a la hora de encargar sus pegatinas, como la AMIA o las elecciones internas de colegios profesionales, como los abogados o los contadores, y ahora un “cliente” cotidiano es la banda cripto kirchnerista llamada Aluvión que pide la “revocatoria ya” de Mauricio Macri.

¿Por qué estoy convencido de que no se trata de un hecho pequeño? Porque los contenedores, como todo lo que se relaciona con el mobiliario urbano, pero sobre todo los recipientes donde van a caer los residuos, son de todos, y es completamente ilegal fijar e ellos propaganda política y publicidad comercial. ¿Cómo va a llegar a acuerdos, comunes denominadores y consensos sobre las grandes temáticas de educación, salud y trabajo la Argentina, si en la vida cotidiana todos proceden de esta manera? Estas son normas elementales, hasta casi infantiles, básicas. Es como hacer campaña contra el cólera en verano para cuidarse del agua contaminada, y en su propia casa guardara en su terraza recipientes con agua podrida. ¿Cómo le creeríamos?

Es imposible creerles a actores de la sociedad civil, cuando, sobre todo quienes dicen oponerse políticamente al Gobierno incurren ya no digo en los mismos vicios, sino también en las mismas ilegalidades que caracterizan el accionar del oficialismo.

Estamos en julio de 2014. Tenemos elecciones nacionales en octubre de 2025, y antes tendremos las PASO. Será un año de intensísima actividad política. ¿Será  posible, o es un delirio infantil de parte mí, imaginar un auténtico acuerdo en el que todas las fuerzas políticas legalizadas se comprometan a no destrozar como lo hacen, permanentemente, a la ciudad? Ese acuerdo deberían firmar radicales, socialistas, kirchneristas, todas las fuerzas políticas que se han caracterizado por ensuciar sistemática y serialmente el espacio público.

Parece mentira y descabellado que un periodista que supuestamente debería ocuparse de los “grandes” temas políticos, esté hablando de los contenedores de basura. Estoy convencido de que somos y exhibimos en la vida cotidiana todos nuestros defectos, vicios y pequeñeces. No le puedo creer a una candidata que se dice partidaria de transformar el espacio público, como Vicky Donda, y manda empapelar los contenedores de basura. Desde luego tampoco le puedo creer a Jorge Taiana ni a los gremialistas y entidades que se valen de lo que es de todos para sus tropelías proselitistas. Me pregunto: si lo que es de todos, de quienes pagamos con nuestras contribuciones fiscales, ingresos brutos e impuestos, es tratado de esa manera, ¿cómo van a tratar el día de mañana lo que parece enormemente más importante, como esos grandes temas antes mencionados?

Este viernes 25 de julio, en un formidable ensayo en La Nación que vale la pena conservar, el doctor Natalio Botana, a propósito de las políticas de Estado, dice textualmente: “Los avances y retrocesos en la ardua materia de las políticas de Estado son herederos de las tradiciones democráticas y de la mayor o menor propensión al acuerdo de los partidos participantes en esas apuestas de transformación. Sobre todo son una muestra del valor del tiempo en la política: del tiempo largo en el acierto y del tiempo corto que se concentra en encrucijadas en las cuales el veto de las fuerzas contrarias se opone a las intenciones reformistas. Sería aconsejable que alguna vez recuperáramos ese apetito constructivo. Por ahora, lamentablemente, no hay signos en el campo de la oposición”.

Lamentablemente, y lo digo con amargura, coincido con Botana. Todo parece indicar que la campaña política inminente será cruel, encarnizada, destructiva y depredatoria. A menos que se produzca un milagro, y que estas palabras, humildes, pequeñas, dichas con mucho esfuerzo a través de Esto que pasa, sirvan, de alguna manera, como una alerta. ¿Seremos capaces, al menos en la zona metropolitana, de concretar un moderado acuerdo civil para que no seamos una vez más víctimas del apetito desaforado de los políticos, tanto oficialistas, como mucho más grave, de todos los opositores?

© Pepe Eliaschev

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