Palabras Impresas

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Domingo 30 de marzo de 2014Diario Popular

Mochila pesada

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Buenos Aires, 30 de marzo de 2014 - Primero lo primero: las 'tarifas' de gas y agua que se pagaban en la zona metropolitana de la Argentina no solo eran absurdas, eran ridículas. Y además eran insultantes.

Eran una especie de socialismo necio, basado en el decreto imperial según el cual los precios no existen y los costos pueden ser anulados por mera voluntad ideológica. Eran la versión argentina de la pesadilla que vivió Cuba al comenzar los años '70 del siglo pasado, cuando el régimen de Fidel Castro abolió el pago de muchos servicios públicos. Lo recuerdo muy en primera persona, hablando gratis desde las cabinas telefónicas de las calles de La Habana. Una delirante 'ofensiva revolucionaria' había cancelado la idea de pagar por las cosas. Así les fue. Subsidiados primero por la ya fenecidaUnión Soviética y ahora por Venezuela, los cubanos acaban de enterarse de que la dinastía gobernante hace 55 años está abriendo las puertas a la inversión privada extranjera.


No se llegó a estos extremos por estas tierras. Néstor y Cristina Kirchner jamás anunciaron que venían a edificar una patria socialista, pero su empecinada negación de los principios fundamentales de la vida de una economía de mercado les hizo practicar un populismo tarifario insensato. Con la excusa de sostener la demanda y favorecer un consumo masivo apoyado en precios irreales de los servicios, congelaron todo desde 2003. Ahora se produce el comienzo de una etapa inexorable, de la que se ve apenas la punta. Las del gas y el agua eran las más insultantes boletas que llegaban a los hogares. Decenas de millares de hogares de clase media vienen pagando unas boletas con montos graciosos. Es el equivalente argentino del populismo hidro carburífero del chavismo en Venezuela. 

Si el lector de DIARIO POPULAR se costea hasta Caracas, alquila un auto y quiere comprar nafta, la conseguirá a 0.03 centavos de dólar por litro, de modo que por un tanque de 40 litros deberá pagar un dólar con veinte centavos, unos 13 pesos argentinos a la paridad del dólar paralelo. No es un error: son 13 pesos argentinos por un tanque de nafta. Otra nación productora de petróleo, Noruega, funciona de manera más civilizada e inteligente. ¿Quiere llenar su tanque de 40 litros? Con todo gusto: son 115 dólares, casi 1300 pesos argentinos. ¿A quién le va mejor en la vida, a Venezuela o a Noruega? (Las cifras aquí volcadas son validas para marzo de 2014 y las proporciona el sitio World Oil Prices, (http://es.globalpetrolprices.com/gasoline_prices/).

Por eso, no extraña que hemos llegado a este último fin de semana de marzo de 2014 sin que el duro aumento de las tarifas del gas natural y del agua decretado de hecho por Cristina Kirchner al eliminar subsidios despeje ahora mismo los interrogantes y las imprecisiones.¿Cómo se pondrá en marcha el plan de reducción de subsidios y cuál será el ajuste verdadero que deberán pagar los consumidores? El aumento del precio del gas por eliminación de subsidios se fragmentara en regirán tres ajustes tarifarios, a aplicarse en abril, junio y agosto. Al final del día, esas eliminaciones de subsidios supondrán un aumento que oscila entre el 100% y el 284%, dependiendo del consumo. La empresa estatal AySA, que el kirchnerismo le entregó desde el vamos al gremio en la figura de José Luis Lingeri, deberá remarcar hasta agosto, por caída de subsidios, ajustes de entre el 170% y el 406%, dependiendo de diferentes zonas de la región metropolitana. 

Corresponde una sinceridad brutal: estos subsidios eran insostenibles y socialmente perversos. Las tarifas de esos rubros eran una borrachera nocturna, un consumo gratis que perjudicaba a los humildes y privilegiaba a los ricos. Esto se hacía en el nombre del modelo nacional y popular y el sempiterno mito ideológico del kirchnerismo, cebar el 'consumo.' y la 'demanda'. Las inversiones privadas en el sector desaparecieron y el gobierno se quedó (vaya paradoja) sin combustible para seguir bancando la fiesta de los costos supuestamente inexistentes. 

Cambio de política, parcial, mezquino y tardío, pero cambio al fin, pero, muy fiel a sus convicciones, el Gobierno procuró menoscabar el alcance de la medida. Así, desde los ámbitos en los que se expresa el oficialismo se dibujó un panorama luminoso. 'Se reducen subsidios para lograr más equidad' alegó uno de los medios oficiales. 'Estas medidas tienen que ver con la equidad, no con un tarifazo', barruntó otro. La vieja idea; disfrazar la realidad, maquillarla, taparla de make-up, convertirla en una superficie más pintada que una puerta, una de las predilecciones oficiales. ¿No se hizo eso con el INDEC durante un largo lustro? ¿Cómo es que la inflación de 2013, que según la Casa Rasada era del 10%, desde enero mutó al 24%?

La retórica demagógica es como un euforizante que no liquida la dura realidad al cabo del 'viaje' donde todo es felicidad. ¿A quién le gusta pagar 200 pesos por lo que puede conseguir por 40 pesos? Así, para premiar el uso 'eficiente' del gas, se requiere de procedimientos muy complejos que si se ponen en práctica desatarán una guerra de reclamos, sobre todo de parte de los inquilinos que alquilan propiedades que en 2013 eran ocupadas por otros. 

Tampoco aclaró el Gobierno qué porcentaje monto del dinero recuperado por el Estado de esta quita de subsidios se direccionaran a las distribuidoras y transportadoras de gas, como a AySA. Para el ministro Axel Kicillof, siempre intemperante y hasta disgustado por tener que dar explicaciones, la recaudación adicional permitiría 'cubrir todos los gastos de las distribuidoras y transportadoras'. Las estimaciones, empero, revelan que si consideran los costos operativos y las inversiones diferidas, todo lo recaudado tendría que ser embolsado por las empresas. ¿Cuál sería esa fantasmagórica 'reasignación' de recursos para volcarlos a los planes sociales, tal como se juramentaron hacer desde el Gobierno? Hasta cuando, forzado por la realidad, el Gobierno adopta medidas correctas, no puede evitar sentir el peso abrumador de la mochila de su propio pasado.

 

© Pepe Eliaschev
Publicado en Diario Popular

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