Buenos Aires, 12 de febrero de 2014- Son varias las conclusiones a las que se puede llegar trazar tras el nuevo mensaje de la Presidente esta tarde del 12 de febrero. Habló durante treinta y nueve minutos a sabiendas -ella permanentemente le recuerda a la sociedad que es abogada- que la reglamentación oficial que establece la norma para las cadenas nacionales y deriva de la propia Ley de Medios que el kirchnerismo propulsó y por la que luchó denodadamente, puntualiza que la cadena nacional de radio y televisión se justifica cuando hay “situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional”.

Otro sería el cantar si ella hubiera hablado cinco-siete minutos. Habló esta vez treinta y nueve. Comenzó diciendo que va a seguir haciendo cadenas hasta que de alguna manera consiga una reglamentación que le permita obligar a los medios a informar lo que el Gobierno dice que hace. Dijo textualmente, Cristina, “hasta que el juez, algún juez o alguna corte torne obligatorio que se sepa lo que hace el Gobierno”.

Primera moraleja: ha fracasado calamitosamente la cadena de medios montada por el Gobierno. integrada no solo por Canal 7, Radio Nacional y Télam, sino también por una cantidad muy grande de medios aparentemente privados pero que financia el Gobierno. Si el Gobierno necesita apelar a la cadena nacional es porque todos los medios a su servicio y en los Gobierno gasta centenares de millones de pesos evidentemente no comunican nada a nadie.

¿Qué tan grave y excepcional era la situación que obligaba a esta nueva cadena de este miércoles 13 de febrero? Comenzó homenajeando a un hombre que le regaló a ella una copa que, a su vez, le había regalado Perón. Siguió mencionando a la gobernadora de Santiago del Estero, llamándola “Claudita”, porque había firmado un crédito del Banco Interamericano del Desarrollo. Siguió hablando de un crédito del Banco Mundial al Chaco para hacer desagües cloacales.

Luego menciono a San Martín de los Andes, pero ahí se metió en problemas. En su homenaje a Luz Sapag, que fue intendente de San Martín de los Andes, la Presidente lamentablemente se enredó con los cordones de sus zapatos. Dijo que el Lacar era un río, después se corrigió, admitiendo que era un lago, y la maraña se le complicó más cuando dijo que la Argentina compartía el lago Lacar con Chile. Hasta donde sabemos, el lago Lacar está totalmente en territorio argentino. Sin embargo la Presidente habló de su “querida Patagonia”.

Después se fue la periferia de Chapelco, para hablar de una nueva escuelita, exalto a una empresa que se está inaugurando en Cañuelas para fabricar policarbonato “alveolar” (no “alveonar” con n), un plástico duro, resistente, liviano y durable. Es una fábrica, interesante, desde luego (claro que no dijo cuántos obreros tiene esta pyme). Siguió con Córdoba para mencionar una fábrica que comenzó a fabricar balanzas en la provincia mediterránea...

En cierto momento, cuando los minutos iban transcurriendo, dijo la señora Presidente: “No se pongan nerviosos por la cadena nacional”. De diván de psicoanalista, ¿no? Si ella dice “no se pongan nerviosos”, es porque no se le oculta que la confiscación de los medios, el secuestro de los minutos de radio y televisión, pone nerviosa a la gente. Ella, que denunciaba el “secuestro de los goles”, secuestra cuarenta minutos de aire de los medios de comunicación.

Luego comenzó la gran operación, de la que espero la Unión Cívica Radical sepa diferenciarse y asumir definiciones. Fue la operación seducción, exhibiendo a Miguel Bein y al empresario misionero Ignacio Barrios Arrechea como símbolos de los consensos que logra el Gobierno fuera de sus filas. Quiso hablar bien del radicalismo. Ahora, ¿no es curioso que ensalce y elogie a uno de los cuatro personajes claves del gabinete económico del gobierno del presidente Fernando de la Rúa? ¿Acaso los orígenes y la trayectoria de Bein como participante de aquel frustrado gobierno daban para que lo considerara un gurú que dijo lo que el Gobierno quería escuchar?

Desde luego, hizo mención a los famosos “medios hegemónicos”. Le informó a la sociedad que ella no es “ni una bruja ni un pájaro”. Aseguró que a la población los medios “le llenan la cabeza”, una típica argucia ideológica de la década de los años Setenta, según la cual la sociedad está alienada y enajenada por los medios de comunicación de la burguesía.

En dos ocasiones acalló a “los pibes para la liberación” con la onomatopeya “sh” ruidosa y magisterial. Nos informó que ella no toma mate, pero sí toma mate cocido, y volvió a meterse en honduras (no en la República de Honduras, sino en honduras) cuando, pretendiendo hacer exhibición de su sabiduría jurídica en Derecho Romano tradujo “solve et repete” como “soluciona y repite”. “Solve et repete”, doctora Fernández de Kirchner, quiere decir “paga (acata la orden) y (luego) reclama». No es lo mismo.

Tuvo, como siempre, sus típicas salidas de orden familiar: “Llegaste tarde, Miguel”, le dijo al senador  Miguel Pichetto, como quien estuviese tomando el té en su casa a las cinco de la tarde. En definitiva, todo eso para ratificar que el Gobierno padece una poderosa indigencia comunicacional. Necesita descerrajarle cadenas a la sociedad a la hora de la vuelta a casa, hechos que según el Gobierno no le llegan a la sociedad, porque los medios “nos llenan la cabeza”. Vale decir, el Gobierno se asume como el gurú comunicacional de todos y todas, un súper poderoso estratega que necesita confiscar el espacio público para imponer sus relatos.

Esto es lo que, a primera vista, se puede deducir de las palabras de la Presidente. Ha sido una nueva experiencia de autoritarismo y una nueva muestra de atraso y arcaísmo político y cultural. Si a algo se parecía la Argentina de esta tarde es a la República Bolivariana de Venezuela y su régimen, sobre todo en un país donde este 12 de febrero hubo dos muertos por la represión.

Si a algo se parecía Cristina Fernández de Kirchner hoy es a su colega Nicolás Maduro.

© Pepe Eliaschev