Pasión por la radio

Desde el prehistórico antecedente de 1967 (mi primer programa propio), cuando salía de la adolescencia, casi nunca dejé de hacer radio. Columnas, entrevistas, editoriales, audio puro, momentos rescatados y preservados de lo que es, para mí al menos, el más íntimo, confiable y directo de los medios de comunicación, el que involucra a los seres humanos ante un micrófono.
Miércoles 26 de junio de 2013Pasión por la Radio

¿Patriota o desertor?

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Buenos Aires, 26 de junio de 2013 - ¿Traidor o patriota? ¿Enemigo de la seguridad de su país, y -por lo tanto- cómplice de quienes atentan contra esa seguridad, o celoso defensor de las libertades individuales? Éste es un dilema que excede largamente lo que está sucediendo con este personaje, del que voy a volver a hablar. Es una ocasión espléndida para aludir a situaciones que nos competen también a nosotros.

Ocurre fuera de nuestras fronteras, alude a países con recursos incalculablemente superiores a los nuestros, se trata de situaciones con las que no podemos compararnos, pero -sin embargo- tengo para mí que están de por medio valores y asuntos muy importantes como país y como ciudadanos.

Edward Joseph Snowden nació el 21 de junio de 1983. Es importante conocer la vida de este personaje envuelto ahora en una saga misteriosa. Aparentemente seguiría todavía dando vueltas por el aeropuerto moscovita de Sheremetyevo. Importa subrayar las acusaciones formales del gobierno de los Estados Unidos contra él: robo de propiedad gubernamental, divulgación no autorizada de informaciones pertinentes a la defensa nacional. Entrega deliberada de datos secretos de inteligencia a personas no autorizadas, lo cual es punido por la ley de persecución al espionaje en los Estados Unidos. Se trata de informaciones entregadas por Snowden sobre una variedad de programas de inteligencia secreta, incluyendo la intercepción de “metadata” (los técnicos sabrán de qué se trata), información gruesa y masiva capturada de las líneas telefónicas y de Internet.

¿Quién es este personaje Snowden? Convengamos que su infancia y su juventud nos dicen hoy algo de él. Su padre es un oficial de la Guardia Costera de los Estados Unidos, equivalente de nuestra Prefectura Naval, un militar llamado Lonnie Snowden. Su hijo tuvo una infancia y adolescencia relativamente normales, pero con algunas características interesantes, como por ejemplo haber trabajado en una base militar de los Estados Unidos. Siempre fue una persona especialmente interesada en las artes marciales, y cuando se le preguntaba cuál era su religión, respondía “budismo”.

Se han registrado y certificado aportes de dinero que le hizo a la campaña en las elecciones primarias del republicano Ron Paul como candidato a presidente de los Estados Unidos, que obviamente no ganó. Paul es la expresión más ultra y extrema del movimiento libertario norteamericano. Es un hombre que propicia literalmente la disolución del Estado.

El 7 de mayo de 2004, este personaje que ahora anda dando vueltas por el aeropuerto de Moscú, se enroló en el Ejército de los Estados Unidos como recluta de las Fuerzas Especiales, los comandos de élite que actúan en las misiones más peligrosas tras las líneas enemigas. No completó su entrenamiento, aun cuando declaró que quería ir a pelear a la guerra de Irak porque sentía que tenía una obligación como ser humano para ayudar a liberarse al pueblo iraquí de la opresión. A los cuatro meses de empezar su entrenamiento militar tuvo un accidente con sus piernas y tuvo que abandonar.

Sin embargo, fue contratado enseguida por la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, como vigilante de seguridad en el Centro de Estudios Avanzados de Lenguaje de la Universidad de Maryland. Luego se incorporó a la Agencia Central de Inteligencia para trabajar en seguridad de información tecnológica. En mayo de 2006 se asumía e identificaba a sí mismo como un “mago de las computadoras” al quien le daba mucha felicidad hacer lo que quería con ellas.

En 2007 aceptó ser enviado por la CIA con cobertura diplomática a Ginebra, Suiza, donde se hizo cargo de la responsabilidad del mantenimiento de la red de seguridad de computación. Abandonó la CIA en 2009 para trabajar con un contratista privado para la Agencia de Seguridad de los Estados Unidos en una base militar norteamericana en Japón. Cuando se fue de los Estados Unidos, en mayo de 2013, ya había estado trabajando, menos de tres meses, para la consultora privada Booz, Allen y Hamilton, dentro de una base de la NSA, el centro de operaciones de Hawaii, a cambio de más de 10.000 dólares por mes.

Me preocupé por ser muy preciso, en virtud de las cartas que he recibido y los mensajes de gente enojada. Snowden estuvo durante largos años metido situaciones muy delicadas, trabajando para organismos clandestinos, como la CIA y la Agencia de Seguridad. Quiso ser militar, ser combatiente e ir a la guerra de Irak. No estamos hablando de un, ¿cómo llamarlo?, un bohemio pacifista, alguien partidario de la paz.

Admito que muchos de mis cuestionadores tienen un elemento fehaciente y, en todo caso, una razonable perplejidad, porque los argumentos de Snowden para explicar por qué entregó información a quien no debía y por qué se ha fugado de los Estados Unidos, son la defensa de la privacidad, estar en guardia contra un Estado vigilante, un Estado que es capaz de leer, escuchar y registrar todo, un estado gendarme en definitiva. Él sería el paradigma del ciudadano que hace frente a un Estado todopoderoso, el famoso Estado retratado por George Orwell en su legendario “1984”, ese estado donde el Gran Hermano vigila y sabe todo lo que hacen los ciudadanos. ¿Será tan así?

Si este individuo hubiera tenido esas actitudes, esas preocupaciones y esa sensibilidad, nunca hubiera formado parte, como lo hizo durante largos años, del aparato militar de seguridad de Estados Unidos. Estuvo dentro de bases militares, agencias de seguridad, la CIA, trabajos privados. Todo en él, durante largos años revelaba su fascinación por ese mundo. ¿Qué pasó? ¿Vio algo, de pronto, que no había visto antes? ¿Ignoraba lo que estaba haciendo y de qué se trataba su trabajo?

Creo que tienen razón y comparto la preocupación de quienes sostienen que no se le puede dar tanto poder al Estado. Pero ignorar que hay amenazas terroristas, a menudo reales, es, en el caso argentino, ignorar nuestra propia realidad. La Argentina ha estado indefensa, y me temo que lo sigue estando, en cuestiones vinculadas con el terrorismo internacional.

Snowden no operaba en un vacío abstracto, en un mundo ideal. Operaba en un país agredido de una manera violenta en 2001. Los Estados Unidos, por otro lado, cometieron agresiones a lo largo de su historia. ¿Qué país no las cometió? No estoy diciendo que se trata de un país inocente. No existen los países inocentes. La Argentina no lo es, no lo son los Estados Unidos, no lo es nadie. No hay ningún país que pueda ser llamado inocente, de modo genérico. Entonces, lo que advierto en todo este episodio es una cuota enorme de hipocresía. Que Vladimir Putin diga “no sé dónde está Snowden, pero nosotros lo protegeremos”, es un nuevo capítulo de una guerra fría que parecía superada. Cualquier desertor de los servicios de inteligencia Rusia, Irán, Cuba o Venezuela sería inmediatamente reclamado por los regímenes de esos países, que ahora se rasgan las vestiduras diciendo que Snowden es un patriota sensible que quiere proteger a su pueblo. Si quiso proteger a su pueblo, nunca hubiera trabajado en lo que trabajó.

Por eso, haciéndome cargo y tomando en cuenta las preocupaciones por la confidencialidad, la privacidad para que el Estado no sea tan poderoso, comparto plenamente ese tipo de sensibilidad. Pero admitamos que en este caso, se trata lisa y llanamente de un desertor, alguien que -a sabiendas desde el primer momento- no fue un “topo”. Nunca fue un “topo” (mole, en inglés, se traduce como ratón), inmerso en profundidad en tierra enemiga. Snowden era un norteamericano que trabajaba dentro de los Estados Unidos, aún no sabemos para quién. Aunque no trabajase para nadie en particular y solo lo hiciera por su gloria personal, no deja de ser censurable su deslealtad.

©pepeeliaschev 
Emitido en Radio Mitre

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